jueves, 3 de septiembre de 2009

Suite francesa



Irène Némirovsky ya gozaba de bastante prestigio cuando comenzó a escribir su novela Suite francesa. Era el año 1941 y, obras suyas como David Golder o El Baile, habían recibido críticas favorables. No obstante, no todo eran facilidades. Su origen judío-ruso en un país como Francia, invadido entonces por los nazis, se convirtió en la raíz de sus problemas. Ella, su marido y sus hijas tuvieron que llevar una estella amarilla que indicaba su pertenencia.

Némirovsky pensaba que las cosas iban a tornar a peor, ya que las deportaciones de judíos a campos de concentración se iban haciendo más frecuentes. Tal y como se temía, un año después de comenzar a escribir la Suite francesa, en julio de 1942, fue enviada a Auschwitz. Los esfuerzos de su marido por liberarla fueron contínuos. Todos en balde. Ella moriría en octubre de ese mismo año. Él no corrió mejor suerte, siendo primero arrestado y, posteriormente, ejecutado también en Auschwitz.

A diferencia de sus progenitores, las hijas tuvieron algo más de fortuna. Cuando su padre fue detenido, ellas consiguieron escapar ocultándose con la ayuda de la maestra, quien les facilitó las cosas descosiendo las estrellas amarillas que indicaban su origen judío, así como ayudándolas a cruzar buena parte del país de forma clandestina. Se escondieron en sótanos de Burdeos. Al acabar la guerra, su abuela les denegó cualquier tipo de ayuda.

En su huída por toda Francia las niñas llevaron siempre consigo una maleta con pertenencias de la familia. Diversos textos, fotos, documentos. Entre todo ello, había un cuaderno marrón, escrito en letra muy pequeña, que las hijas tomaron en un principio como notas personales de su madre y se negaron a leer.



Con el paso de los años (casi sesenta años después), decidieron donar la maleta al Institut Mémoire de l´Edition Contemporaine. Antes de hacerlo, una de las hijas, Élisabeth Gille, mecanografió el cuaderno con la ayuda de una lupa. En contra de lo que inicialmente pensaron, no se trataba de simples legajos, sino que era una novela escrita por su madre y que nunca había podido llegar a terminar ni publicar. Tenía el título de Suite francesa. Había permanecido casi seis décadas encerrada en un maletín inédita, confundida con papeles de familia.

La Suite francesa es una novela que, inicialmente, iba a estar dividida en cinco partes. La deportación de su autora, Irène Némirovsky, a Auschwitz hizo que sólo pudiese acabar las dos primeras. En ellas se trata la huída de París por varias familias (principalmente burguesas) ante la inminente llegada de los nazis, así como la vida en un pueblo francés una vez que los alemanes han invadido el país. Las vidas de los personajes que aparecen se van entremezclando a medida que avanza la historia. En cualquier caso, no es una novela de guerra, ni tampoco enfocada hacia grandes hechos históricos. Se centra en lo cotidiano y refleja de forma bastante correcta la mezquindad, miseria y tensión del momento.

O bien por la calidad de la escritura, o por todos los avatares que ha sufrido el texto, merece la pena ser leída. Acuda a su librero de guardia y compre esta novela. Lo agradecerán.

Nota Marginal: Ha acabado agosto. A partir de ahora, y con nuestros Erasmus respectivos, retomaremos el ritmo habitual de entradas. ¿Se imaginan que ese fulano que aparece como "Colaborador libre asociado", con el nombre de Deiviz, publicase algo por aquí? Eso es más de lo que soñaríais en mil vidas.


1 comentarios:

Boli dijo...

Dedícate a follar y a drogarte en vez de escribir blogs.... que para algo te vas de Erasmus..