viernes, 18 de septiembre de 2009

Secretos del corazón



Usted puede tener varios sueños que, de confesarlos, no gozarían de una gran comprensión social. De esta manera, puede que quiera que su odiado y ruidoso vecino de enfrente desaparezca de la faz de la tierra, que su jefe se marche de vacaciones para no volver o, incluso, que el equipo favorito de fútbol de su compañero de trabajo pierda sus partidos por enormes goleadas para ver su cara de amargado cada lunes. Muchos de estos deseos ocultos tienen como característica el estar aún por realizar.

No creo que perjudique de forma muy grande a mi compañero de blog si revelo que, uno de sus sueños no cumplidos, es prenderle fuego a Valladolid. Dejar que se consuma entre las llamas. Quizás usted, vallisoletano malherido, piense que la pretensión de David es propia de un enfermo gilipollas. Sin embargo, sería deseable que usted pasease por calles de la ciudad como López Gómez, con aceras estrechas, repleta de tráfico a todas horas, ultracontaminada y, además, con unas antenas de telefonía móvil con un lamentable pasado. Sería también oportuno que intentase andar en bicicleta por las distinas vías del lugar. Comprobaría así cómo los conductores de coches te pitan o cómo la Policía municipal te señala que, en zonas peatonales, tienes que apearte. No estaría tampoco de más que escuchase hablar al alcalde, conocería así lo que de verdad significa la prepotencia. Más aún, también sería correcto que intentase disfrutar de la agenda cultural del lugar. Vería a grupos como Pimpinela, Carlos Baute o Pignoise en concierto. Vería también cómo las administraciones públicas dejan escapar festivales de gran interés y apoyo popular como el Tanned Tin provocando que, colectivos como Laika, organizadores de una gran multitud de eventos musicales, manifiesten, tal y como hoy mismo han hecho, que "analizarán su futuro".

El martes David y yo nos despedimos antes de irnos cada uno a nuestro respectivo destino de Erasmus. Estuvimos, entre otros sitios, bebiendo cerveza en el Penicilino. Es uno de los bares más bonitos y antiguos de Valladolid. Tiene el suelo de madera, está situado cerca de la catedral y no es extraño encontrar a gente tocando la guitarra, jugando al ajedrez o, simplemente, hablando.El primer domingo de cada mes hay una tertulia filosófica a la que cualquiera puede acudir, Se puede beber vino dulce con unas pastas típicas por precio relativamente módico y, aunque ha cambiado de dueños, sigue conservando bastante su encanto. Además, si uno mira a los alrededores, verá aparcadas muchas bicicletas, más que en otros lugares, lo cual es símbolo de que aún queda cierta civilización por aquí. El Penicilino es una de las pocas razones por las que la pretensión de David de quemar la ciudad no merece ser realizada aún. Es el típico sitio que descubres lo agradable que es justo cuando te quedan muy pocos días para irte a Alemania todo un año de Erasmus.

Nota Marginal: Puede que la próxima actualización mía sea desde Alemania. En cualquier caso, quedan ustedes en manos de David, que supuestamente está en Irlanda. Digo supuestamente porque este blog le ubica, o bien en España, o bien en México. Ya saben, el blogging es asín.

Foto: La foto es mía. Terraza del bar en una noche de agosto.

10 comentarios:

Caco dijo...

Pásenselo bien.
No dejen de postear.

Deiviz dijo...

Caramba, me entran aun más ganas de quemar Valladolid.

Vázquez dijo...

Gracias!
Y sí, seguiremos escribiendo y relatando cómo son los respectivos destinos-erasmus.

Por cierto, se espera un gran post de "He visto un monstruo" sobre el concierto del 27.

Caco dijo...

He de confesar que cuando leí lo de "quemar Valladolid" pensé: Aquí va otro cosmopolitoide que va a meterse con mi pobrecita villa. Pero creo que estoy de acuerdo con el tema de "quemar por amor" esta ciudad.

Deiviz dijo...

Me temo que, al menos en mi caso, "quemar Valladolid" no iba ni mucho menos en un sentido de romanticismo.

Vázquez dijo...

Es que es vasco y de Burgos. Lleva el odio en sus venas.

Pero yo tampoco lo dije refiriéndome a "quemar por amor".

A20 dijo...

¡qué equivocados están! lo hacen por amor aun sin saberlo.

vallisoletana dijo...

¿Quemar Valladolid? ¿La ciudad capital del Imperio español? ¡Venga ya!
Puede que se maltrate a los ciclistas, pero éstos desconocen las leyes. Un ciclista NO tiene los mismos derechos que un peatón, aunque ellos lo pretendan.
Pero tienes razón, El Penicilino es uno de los mejores lugares de la ciudad. Y 1 euro por un vinito y una pasta es un precio MÁS que razonable en esta ciudad, amada y odiada a partes iguales.

Vázquez dijo...

Mi corta experiencia como ciclista fue bastante desagradable. Los carriles bici escasean, la gente los invade y que no se pueda ir por calles peatonales me parece dar un paso atrás.

Me olvidé de citar algunas cosas que hacen al Penicilino mejor bar aún. Por ejemplo, la pizarra a la entrada, donde se escriben unos pocos versos o la bebida con fórmula secreta (aunque esto último yo no lo he conocido).

Esther dijo...

Está claro que Valladolid no es una ciudad planteada para el ciclista. Pero que si vas por carretera, has de respetar los semáforos de los turismos. Y si vas por aceras, has de ir al paso humano. Y pocas veces he visto yo eso... Pero bueno, siempre hay caminos alternativos por sendas ciclables y/o carriles bici (poquitos, pero haylos).

Eso, eso, que el Peni tiene muchas más cosas buenas, aparte de esas cremas de orujo de liébana taaaaaaaan ricas. Pocos lugares hay donde puedas colocarte gratis por respirar el aire del local, ¿eh?