lunes, 28 de septiembre de 2009

La civilización


Alemania es un país bastante civilizado. Detalles como la amplia variedad de yogures que hay en los supermercados lo muestran. Los tradicionales sabores de fresa, plátano o macedonia han quedado atrás y el bífidus, a diferencia de Hespaña, ya no es considerado como algo novedoso a la par que revolucionario. Las estanterías están repletas de muchísimos productos lácteos que combinan cosas tan vanguardistas como tarta de queso con mandarina (progresa adecuadamente) o chocolate con pequeños trocitos de avellana (necesita mejorar). De igual manera, los packs de cuatro escasean, siendo más usuales los recipientes de medio litro, opción bastante razonable para el bolsillo. En definitiva, José Coronado ha sido superado.

La madurez de Alemania se ve también en pequeños detalles como el contínuo uso que sus habitantes hacen de medios de transporte público y bicicletas. En Valladolid se ha optado por algo tan pragmático como matar al ciclista. Aquí se ha preferido lo contrario, siendo el respeto al ciclista algo ejemplar. Los carriles son contínuos, hay aparcamientos en todos los sitios y se permite llevar la bici en el metro.


No sólo en los yogures y en las bicicletas se muestra la civilización alemana. También en lo político. En primer lugar, porque existen más de dos partidos fuertes (Volksparteien). A diferencia de Hespaña, votar a los verdes es algo útil. Obtienen un 10,7% de sufragios y han conseguido aumentar su representación en el parlamento. Sus electores son mayoritariamente universitarios y, si uno pasa cerca de cualquier acto electoral suyo, le llamará la atención que quienes acuden no son personas de la tercera edad a las que han subido a un autobús.

Por otra parte, personajes como Berlusconi o Chávez brillan por su ausencia. La clase política alemana es seria hasta llegar a lo aburrido, y no caen fácilmente en el populismo. Tampoco tienden a confundir lo público con lo privado paseando a sus cónyuges por todos los actos (French style), no en vano al marido de Angela Merkel se le conoce como el fantasma de la ópera ya que sus pocas apariciones públicas son para acudir a esos actos musicales (humor alemán. Sí, lo hay).

En las últimas elecciones todos los partidos proponían algo llamativo o novedoso. Die Linke (la Izquierda) defendía sacar las tropas desplegadas en Afganistán, los verdes crear empleos y acabar con la energía nuclear, los cristiano demócratas y liberales mantener esa fuente de energía y bajar los impuestos. ¿Todos proponían algo llamativo o novedoso? No. Los socialdemócratas no se sabía muy bien lo que querían, cambiaron de líder cada poco tiempo (cada uno con menos carisma que el anterior) e hicieron fichajes electorales de dudoso provecho como la Supernanny, una psicóloga famosa por aparecer en televisión ayudando a familias con hijos conflictivos. Viendo los resultados que han obtenido, parece claro deducir que los alemanes se han aburrido de ellos. Quizás el castigo que han obtenido, en forma de derrota amarga, también sea un signo más de civilización.

Fotos: La primera es del campus de la Universidad de Colonia. La hice tras comer un día en la Mensa. Está rodeada de espacios verdes.

El personaje de la segunda es Karl-Theodor Maria Nikolaus Johann Jacob Philipp Franz Joseph Sylvester Freiherr von und zu Guttenberg (cuando le llaman a cenar abrevian diciéndole: Karl-Theodor zu Guttemberg). Es el ministro de Economía alemán y pertenece a la CDU (Cristiano demócrata). En la foto aparece en un acto electoral de su partido, haciendo de DJ. Foto extraída de la edición impresa de EL PAÍS.

2 comentarios:

Caco dijo...

Envidia amarga.

Joul dijo...

Pues hoy precisamente he estado debatiendo con una alemana acerca de la situación política en ambos países, y al final he llegado a la conclusión de que en todas partes de cuecen habas (aunque muchas más en Ejpiña).