miércoles, 11 de noviembre de 2009

Wir sind das Volk!


Alemania hoy se ha levantado con resaca. Ayer hubo celebraciones por todo lo alto con motivo de la conmemoración de los 20 años de la caída del muro de Berlín, hecho considerado como el primer paso para la reunificación. Numerosos Jefes de Estado y estadistas (el libro de estilo de Cerveza Amarga no prohibe utilizar palabras vacías de contenido como ésta) se dieron cita en la capital y festejaron el magno acontecimiento. Hermoso discurso de Merkel, Barenboim dirigiendo un concierto, muchísimos ciudadanos, fuegos artificiales, portadas de periódicos, etc. A falta de un oportunista, llegaron dos. Por una parte, Sarkozy nos reveló en su perfil de Facebook que, tras recibir informaciones aquella mañana de 1989 sobre lo que se avecinaba, decidió plantarse frente a la puerta de Brandemburgo y tuvo la ocasión de presenciar el hecho histórico así como de escuchar a ciudadanos que se acercaban y le hablaban de "sus sentimientos, sus ambiciones nuevas y emociones tras décadas de separación de los dos países" (sic). Cosa harto improbable, porque el asunto tuvo bastante de espontáneo y, el hoy presidente francés, era por aquel entonces un mero alcalde. Por otra parte, el ultrasolidario Bono, ser tan coherente como para ir a África a reclamar fondos y, a la vez, decidir cambiar el domicilio fiscal de U2 de Irlanda a Holanda (para pagar menos impuestos), se sumó a la parafernalia.

Los alemanes están orgullosos de la reunificación y de ser un único Estado. Les encanta la idea de la comunidad/Volk. No es algo caprichoso que en las cervecerías los bancos sean corridos y estén pensados para que unos y otros coman y beban juntos. Tampoco es un casualidad que tengan un sistema de copropiedad distinto al del Derecho romano. El Derecho Germánico, cuando dos personas son propietarias de una cosa, no contempla que cada una tenga una cuota o proporción sobre el objeto en cuestión. Los dos responderán de forma común y, en el caso de querer venderla, se necesitará el consentimiento de la otra persona. Por otra parte, los eventos masivos son bastante celebrados (en pocas horas comienza el carnaval en Colonia y se espera que más de 250.000 personas se den cita en el centro de la ciudad). En definitiva, 40 años después de acabar la segunda guerra mundial, podemos hablar de una Nación en la que los de una parte y otra se pueden relacionar.

¿Todo maravilloso?¿La reunificación ha resuelto todo?¿Hay un completa sensación de comunidad/Volk? En absoluto. Cuando has estado 40 años separado (literalmente) de los de al lado y con dos sistemas distintos, las cosas no son tan fáciles como parecen. Más que una reunificación, no es descabellado decir que hubo una anexión de un Estado al otro. La RDA (comunista) se derrumbó y la RFA (bloque occidental) la absorbió. La Constitución es la de la RFA (modificada), y la forma del Estado también. La separación originó dos términos: Ossi (alemanes que vivían en la zona comunista) y Wessi (alemanes que vivían en la zona capitalista). La reunificación no ha conseguido acabar del todo con esa separación. Los primeros, en un ámbito privado, hablan de la familia y los niños. Los segundos, en el mismo ámbito, del trabajo. Los Ossis consideran a los Wessis prepotentes. Los Wessis a los Ossis sumisos.

Parte de los ciudadanos de la Alemania comunista (Ossis) no se sienten identificados con el nuevo Estado, y se ven más como algo anexionado que como otra cosa. Quizás ahora pueden decir lo que piensan, pero antes había trabajo. El problema del desempleo azota actualmente al este. Mano de obra cualificada del estado comunista se tuvo que ir a la calle al haber una reestructuración y el paso de un sistema de economía a otro. Muchos de los que encontraron un nuevo empleo fue en empresas que no tenían nada que ver con lo que ellos habían estudiado. Además, los salarios ahora son escasos y apenas dan para nada. Antes no eran mucho más grandes, pero sí suficientes. No habiendo tantos productos, eran felices. Así, hay una cierta añoranza por los tiempos pasados.



Todo esto quedó reflejado en Goodbye Lenin! Con ella, apareció un nuevo concepto: La Ostalgie. Nostalgia del Este, nostalgia de la Alemania comunista. La película era maravillosa y Yann Tiersen contribuía a ello. Suponía una corriente del cine europeo (otras películas como Amelie también se podrían enmarcar ahí) y el centro izquierda se ensimismó con ella. Había empleo, seguridad, educación y la gente no moría de hambre. Además, era más fácil sentirse identificado con aquella sociedad que con la actual, repleta de McDonalds. Y entonces apareció la pregunta: ¿Y si no se viviese tan mal bajo el comunismo?

La respuesta tardó cuatro años en surgir, pero vino también del cine europeo. En 2007 se estrenó La vida de los otros. Se desarrollaba en la Alemania comunista y mostraba una sociedad asfixiante, con una policía secreta (Stasi) con 100.000 personas que trabajan como agente y otros varios cientos de miles más que colaboran con ella. Todos pueden ser acusados de cualquier delito contra la seguridad del Estado y la arbitrariedad es absoluta. Por si quedaba alguna duda, ese mismo año otra película europea, la rumana cuatro meses, tres semanas y dos días, venía a mostrar cómo era practicar un aborto en ese país cuando aún se encontraba bajo la dictadura comunista. Un mundo sórdido, trámites estúpidos para reservar un hotel, edificios derrumbándose, miedo a ser delatado, riesgo para la salud de la embarazada al ser ilegal, miedo a contarlo ante la familia, desencanto absoluto.

Una vez respondida la pregunta, sólo cabe desear que, cuando se cumplan los 25/30 años de la caída del muro de Berlín, seres como Sarkozy o Bono no intenten copar el protagonismo. Mejor que lo celebren los ciudadanos sin oportunistas de por medio.

Nota Marginal: La añoranza por el tiempo anterior se representaba en Goodbye Lenin! con el bote de pepinillos. Debe ser cosa soviética y de procedencia rusa, porque ayer, haciendo limpieza del frigorífico y tirando cosas que no pertenecían a nadie de los allí presentes al haber sido abandonadas por anteriores inquilinos, apareció un frasco de cristal de Moskauer Gurken (pepinillos de Moscú).

6 comentarios:

Deiviz dijo...

Buen texto. Parece un texto formal, currado, sereno, es más o menos largo, no es apto para todos los públicos, sin ser un coñazo, ojo, pero ya sabes que estos temas espantarán a más de uno...lo cual no deja de ser buena noticia.

Glückwünsche! O eso dice el traductor de El Mundo que significa congratulations.

Cuánta autofelación, cojones. Ja-ja.

Pajares dijo...

Vazquez, todo un estadista, un patriota, y etcetc.

P.D. Jueves que viene, la Riviera, Madrid: Yann Tiersen.

Bo dijo...

La entrada refleja bien la realidad de los hechos. Lo de la metedura de pata de Sarkozy es un auténtico filón para todos esos franceses que le odian. De hecho, han creado un grupo en Facebook al que ya me he unido: "Sarko était là lors de la prise de la Bastille" (Sarko estuvo en la toma de la Bastilla).

He visto las tres películas de las que hablas y en efecto muestran caras distintas de lo mismo. Por cierto, en su momento fui a ver La vida de los otros con el otro coautor de este blog, Deiviz.

Vázquez dijo...

Yo me hice admirador del propio Sarkozy en Facebook tras eso. Y hoy ha publicado un texto animando a la selección francesa de fúrgol, que se la juega contra nosequién para el mundial de Sudáfrica.

Deiviz dijo...

Se la juega contra Irlanda, hipoglúcido! He ido a un bar a ver el partido. En ese bar daban una pinta gratis si el último gol lo metía Keane. Si no de qué iba a ir yo a ver eso. El caso es que me he salido antes y ahora veo que Irlanda ha perdido. Y Keane no ha metido. Así que yo no me he perdido la pinta.

por un mundo sin buzz dijo...

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