El día que llegamos a Cork, mientras inspeccionábamos todos los rincones del apartamento por primera vez, tuvimos que calmar nuestra ansiosa exploración en la cocina para contemplar el siguiente artefacto.
Perplejos nos quedamos, como en la película Los dioses deben de estar locos, cuando un miembro de los bosquimanos o !Kung san, una tribu cazadora-recolectora de África, se encuentra una botella de Coca Cola (atentos a mi descubrimiento: cómo enlazar un video de Youtube desde un punto en concreto). Como es evidente, no tienen ni repajolera idea de qué puede ser semejante objeto, y deducen lo más lógico: lo han enviado los dioses. A partir de ahí, la comedia. Las risas. El JA-JA-JA.
Realmente no acabo de saber cómo llamarlo: calienta agua, hervidero de agua, jarra modernuqui aerodinámica, elemento decorativo W... o kettle, según me chiva mi compañero de blog. Como habrán deducido los lectores, siempre a la última en lo que a electrodomésticos se refiere, sirve para calentar cierta cantidad de agua hasta el punto de ebullición (este modelo: 1,7 litros). Resultaba como mínimo irónico que en aquel momento no tuviéramos ni sábanas, ni el frigorífico en marcha, ni enchufe libre para el microondas, ni agua caliente en la ducha, ni radiadores que funcionasen, ni comida, ni la esperanza de sobrevivir hasta el día siguiente... y sin embargo hubiera un puto cacharro que hiciera hervir el agua.
Sin embargo, más de dos meses después, aquel odioso cacharro, tan marginado en la encimera, se ha tornado providencial. Su existencia ha merecido la pena. Debido a las famosas inundaciones, teníamos poco agua, y mucho menos caliente, así que calentándola con el invento este y transportándola en botellas de 7Up al baño pudimos ducharnos de una manera más o menos digna. En realidad, lo importante no fue la calidad de la ducha, sino que ya nos sentimos preparados para sobrevivir incluso en las condiciones más extremas, hasta con los bosquimanos. Siempre que tengamos una kettle de estas, claro, ahora convertida en reina de la cocina.
martes, 24 de noviembre de 2009
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4 comentarios:
¡Dios! Perdóneme, pero no he retenido nada después del milagro de link de YouTube.
Yo he aprendido a querer a mi hervidero como si fuera uno más de la familia xD
Misteriosamente el de mi casa aquí en Alemania también tiene una capacidad de 1,7 litros. Y también (pese a no tener cortes de agua) se ha convertido en un cacharro imprescindible. Es la reina.
Sin embargo, puede que su reinado dure poco. Francesa&Alemana S.A. han advertido de que, tras Navidades, un nuevo miembro se incorpora a la familia: El microondas.
Y yo, cuando volví a mi apartamento en Francia en agosto para devolver las llaves, me encontré con el mismo aparatejo! Y me pregunté lo mismo, claro, para qué narices servía. Lo dejaron a modo de regalo los polacos a quienes dejé las llaves para que pasaran unos días en julio.
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