lunes, 4 de enero de 2010

Puñalada trapera (I): Irlanda irlandesa

Ya en España, habiendo superado la letal mezcla que conforman el turrón, las comidas copiosas, el cava y el Almax (de ahí mi nisesabeava ausencia), me propongo hacer un ejercicio de abstracción afectivo-sentimental, estando en la distancia, para analizar de una forma más crítica y objetiva ciertos aspectos del país en el que he estado 3 meses (y volveré a estar otros cuasi-seis), Irlanda. Lo que, traducido, y fiel a la tradición de este blog, significa que voy a aprovechar que no estoy allí para ponerles a caldo desde mi cálida habitación ibérica. Eso sí, en cuanto pise de nuevo el aeropuerto de Cork forzaré mi más ensayada sonrisa y no veré el momento de pedir otra Guinness. Me gustaría centrarme en un par de los aspectos que más me chirrían de la Isla Esmeralda, que es como muchos la llaman sin darse cuenta de que parece que se refieren una pantalla de Pokemon.

En primer lugar, Irlanda es un país eminentemente nacionalista. O sea, son irlandeses, pero irlandeses, irlandeses, irlandeses. Y están orgullosos de ello hasta límites insospechados. Tienes continuamente señales que te lo recuerdan: los pubs, la música, los mitos, los monumentos, los deportes, las materias en la universidad... incluso la campaña publicitaria del Dunnes Stores, una cadena de centros comerciales, reza: "The difference is... we're Irish", en clara contraposición a Tesco, otra firma británica. Y precisamente este ejemplo puede extrapolarse para comprender qué es lo que en realidad pasa, ni más ni menos: Irlanda es un lugar que ha sido durante siglos, literalmente, el patio trasero del Reino Unido, y su cultura milenaria (y no es una exageración esto de milenaria), ha sido pisoteada, humillada, ignorada, vilipendiada, eteceada, con tan sistemática eficacia que algunos que yo me sé se lo pensarían dos veces a la hora de utilizar la palabra "opresión".


Llevo un rato fascinado con el descubrimiento de esta imagen. Ansío volver para que alguien me la explique. Clic para ampliar.

Esto, lamentablemente, me crea un grave conflicto interno, ya que, por una parte, no puedo evitar sentir simpatía por ellos y su "nacionalismo como forma de resistencia", resistencia a un enemigo que por cierto aún sigue ahí en el Norte. Además, me parece estupendo que se haya conseguido resurgir o mantener una cultura (todas son valiosas, salvo las excepciones que en este blog se indiquen, y no en otro lugar): la música tradicional está en todas partes y gusta, los deportes autóctonos (futbol gaélico y hurling) son, con diferencia, los más seguidos, todos los jóvenes estudian el idioma Irlandés desde pequeños, aunque luego no se hable tanto (un poco como pasa con el Euskera). Y así. Por otra parte, como es sabido, todo nacionalismo me causa sarpullidos; cualquier patriotismo, por muy "defensivo" y "lógico" que sea, me provoca unas ganas irrefrenables de vomitar, ya que no dejan de parecerme algo cañí, cerrado e intolerante. En resumen, al final me satura un poco ver tanta Irishness por ahí, te acabas hartando de tanto mito celta, tanto Leprechaun de los cojones, tanto trébol y tanto arpa.


Un "¿Sabías que...?" en toda regla: Guinness tenía registrado el diseño del arpa, así que en las monedas tuvo que utilizarse al revés. Curioso. Nos lo dijeron en la fábrica de cerveza. Autobombo, claro.

Afortunadamente, todo este asunto me ha creado un par de anécdotas como mínimo curiosas, y que pueden llegar al extremo de hilarantes, según la sensibilidad y el sentido del humor del lector hacia los temas de los que hablamos.

Una noche, un chavalín de no más de 15 años, que estaba practicando skateboard en la calle mientras bebía vodka con sus colegas, se mostró realmente agradecido cuando supo que éramos españoles, ya que les "habíamos defenido al luchar contra el ejército inglés". Yo no sabía ni de qué cojones hablaba (una vez más, fiel al libro de estilo del blog, no he considerado necesario documentarme), pero debía de ser algo de hace tiempo, porque hablaba de flotas, armadas y rollos de esos que le molan al Pérez-Reverte (si algún lector lo sabe que lo apunte). En cualquier caso, yo pensé que me importaba una mierda, porque ni yo estaba en esa batalla, ni él entre los rescatados, así que no había deuda alguna.

Otra noche, yo le solté a un chico precisamente todo este rollo anterior del exceso de nacionalismo, incluído lo de que en parte me parecía lógico porque han estado mucho tiempo a la sombra del Reino Unido y blablabla. Él me contestó que no sólo eso, sino que todavía seguían a la sombra del Reino Unido, y para que yo lo comprendiera mejor, me aseguró: "un poco como Cantalunya con España".

Finalmente, otra tarde en un pub, un hombre considerablemente borracho empezó explicándonos las provincias de Irlanda y acabó preguntándonos por Franco y cantando el himno nacional español (el de ahora). Ya pensábamos lo peor, cuando nos soltó de repente que él era anarquista, socialista y comunista (curioso refrito), y empezó a proferir insultos hacia nuestro antiguo caudillo. Pero lo mejor estaba por llegar, cuando, su colega, igual de borracho, me preguntó que de dónde era. Yo le dije que de Burgos, "un sitio entre Madrid y el País Vasco". El tío se emocionó con lo último y le tuve que confesar que había pasado casi toda mi vida en el País Vasco. Acto seguido, soltó la pinta de cerveza, irguió la espalda, me extendió la mano (yo le correspondí con la mía), aclaró la voz y dijo: "Encantado. Queréis la libertad, como nosotros".

Como el lector habrá deducido, verme identificado con semejante maraña de sentimientos nacionalistas de todos los colores me causó graves problemas psicológicos y de identidad, por lo que, para demostrar que no nos casamos con ninguno y, por supuesto, también a modo de terapia, añadiré una última apreciación sobre ellos: QUE LES DEN POR CULO A TODOS.

Nota: mañana (o algo más tarde) llegará la parte 2, dedicada a un asunto tan interesante como la religión. Esto promete, amigos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Así que eres el nuevo ídolo de los quinceañeros-skaters-alcohólicos!! xDDD "Deiviz, El Libertador" te vamos a llamar :D
Nos vemos prontooo!
Elsa

Vázquez dijo...

Hay algo que un tanto inexacto: lo de que no nos documentamos. Cuando hice el post sobre el ¡Hola! leí varias revistas que andaban por casa. Investigué las cenas navideñas de Isabel Preysler y las mujeres de Julio Iglesias. Fue duro, no creas. El pobre Miguel Boyer lo tiene que pasar muy mal.

Sirius dijo...

Una entrada muy entretenida, y la verdad es que tiene que ser jodido estar entre tanto nacionalismo, bastante cuesta arriba se hace ya por aqui xD.
En fin, me quedo con la conclusión, muy acertada XD.

Pablo

Anónimo dijo...

"Esto" no lleva tilde. Me ha dolido el ojo.
Muy bueno el texto y el blog en general

Deiviz dijo...

Lametable lo que me ocurre con "esto", siempre pienso "coño, si es pronombre lleva tilde, para diferenciar", pero se me olvida que siempre es pronombre. Gracias por la corrección y por los halagos.

Bo dijo...

La verdad es que no sé casi nada de Irlanda, así que compro tu relato. Que su crisis sea casi tan bestia como la nuestra dice poco de ellos, tan poco como la nuestra de nosotros. Estaría bien que analizaras las similitudes con España. Se han inflado con fondos europeos, como nosotros. Y han sido tan inútiles como nosotros al gastarlos comprando fuera en lugar de construir algo dentro.

¡Espero ansiosamente la segunda parte!!

Abel dijo...

Te has encontrado con varios irlandeses cultos, veo. Que un quinceañero medio borracho conozca hechos históricos que tú no debe doler. Aunque cabe la posibilidad de que se lo inventara.