jueves, 21 de enero de 2010

LA SOCIEDAD DEL SUPERMERCADO. CAPÍTULO I Eroski logra el socialismo.


Jerzy Buzek es un señor polaco de 69 años con pelo blanco y que, inicialmente, fue ingeniero químico de profesión. Probó el chocolate por pimera vez al finalizar la II Guerra Mundial, cuando un soldado se lo ofreció. Tuvo el privilegio de estudiar en Cambridge y de allí se llevó varios libros que en su país estaban prohibidos. Actualmente es presidente del Parlamento Europeo. Según lo que él y cualquier persona de su nacionalidad afirman, la Iglesia católica jugó un papel importantísimo, no sólo para liberar a su país de la dictadura comunista a la que estaba sometida, sino también a la hora de aglutinar a las masas y dar una sensación de movilización y unidad social.

Unos cuantos kilómetros más al sudoeste, en Francia, la escuela cumple una función educativa y, además, se pretende que cumpla un objetivo como es el de la mezcla de clases y que ello contribuya a un sentimiento de pertenencia a una sociedad. Para realizar este propósito hay un mapa escolar que obliga a los alumnos a inscribirse en los colegios más próximos a sus casas. Ciertos sectores del Partido Socialista Francés ven en esa carta la plasmación de varios principios republicanos y a cada mención de reforma de la misma, ponen el grito en el cielo.

Extrapolando estos dos elementos aglutinadores sociales (iglesia y escuela) al barrio donde vivo de Valladolid, podemos proclamar el más absoluto fracaso de ambos. Ya desde un punto de vista estético supone la parroquia un atentado contra la dignidad (idea con bastante influencia del cristianismo, por cierto). Si observamos quién va a las misas, comprobaremos que la edad media es alta tirando a muy alta, pese a que mi estimada abuela pretenda convencerme diciéndome: "si está llena de guajes como tú, fíu" (eso en teoría es bable). Que la juventud española no es la polaca, para bien o para mal, es algo que he aprendido tras varios meses de erasmus en Colonia con varios amigos de allí.

El papel de la escuela republicana francesa de fraternité, igualité y de mezcla de clases tampoco se cumple en mi barrio completamente. En el instituto público al que fuí coincidíamos todos, sí. Pero sólo los que íbamos allí. Hubo padres que o bien porque confiaban en que su hijo estaría más cerca de Dios si lo llevaban a los Hermanos Maristas, o bien porque simplemente no querían que se juntase con gitanos, huyeron de la educación pública. Obviamente, a nadie con un mínimo sentido común, se le ocurriría pensar que la forma en que se impartía la materia o el contenido mismo de lo explicado, iba a ser mejor en los Maristas que en otro sitio.

Fracasadas dos Instituciones como Iglesia y Escuela en lo relativo al aglutamiento y unidad social, cabe acudir pues al Estado. No, olvídese, mejor no. Construyeron un centro cívico pero el ayuntamiento no tiene dinero para abrirlo. Mala suerte, otra vez será. ¿Qué me dice, amigo, de las asociaciones de vecinos? Bueno, es cierto, son voluntariosas, pero organizan fiestas y muy poca gente va (el folklore castellano y yo nos llevamos francamente mal). Nadie se atreve a sacar el orgullo de barrio.




Y sin embargo...¿Podemos decir que es un barrio desangelado, donde no hay un maldito punto común o algo por el estilo, donde a los que viven allí no les une absolutamente ninguna institución clásica de las ya mencionadas? Pues no. Podemos hacer referencia a las pistas de fútbol y baloncesto, pero el verdadero centro neurálgico lo decidieron unos empresarios. Y, para demostrar que los vascos nacen donde quieren, los señores gestores de Eroski-Consumer (antes eran algo similar, ahora no sé. El libro de estilo de Cerveza Amarga prohibe investigar durante más de cinco minutos) decidieron ubicar hace unos seis años el único supermercado de la zona no en un sitio cualquiera, sino nada más ni nada menos que junto al edificio de la iglesia que, como ya he comentado, lesiona la muy cristiana Dignidad, la vista y el orden estético. De tal forma que los feligreses pueden ir a misa el sábado, aparcar el coche en el parking del establecimiento y de paso hacer la compra para toda la semana. Religión y capitalismo nunca se llevaron tan bien.

No contentos con hacer que el supermercado fuera el centro del barrio, el lugar donde confluímos todos, el verdadero y único elemento algutinador, los señores de Eroski-Consumer se dedicaron a repartir platos de cerámica durante las primeras semanas tras su inauguración. Todo a modo de promoción. ¿Qué consiguieron? Que TODOS los de la zona, cualquiera su clase social (alta, media o baja), gitanos o no gitanos, inmigrantes o de donde fuesen, acabásemos con el mismo modelo de plato entre las estanterías de nuestro hogar: de barro, pintado de blanco y con adornos azules. Por eso, si usted acude a cualquier casa de Huerta del Rey, verá que todos tenemos la misma vajilla.

En realidad, lo que Eroski-Consumer consiguió fue algo muy distinto. Lograron algo que ni siquiera se habían planteado: uno de los principios del socialismo más puro y duro, la homogeneización social y sensación de grupo a través del supermercado y de la vajilla. Y el capitalismo y la cerámica, unidos por una empresa vasca, realizaron lo que ni la Iglesia, ni la Escuela, ni el Estado, ni las asociaciones de vecinos ni nadie había logrado hasta ese momento.

Nota Marginal: Llegará la segunda parte, pero pedimos paciencia porque son malas fechas y a veces nos toca hasta estudiar. Sí, sí, yo también lo encuentro indignante, no hace falta que me lo digan.
Fotos: Un señor de pelo blanco, también polaco, pero que no es Jerzy Buzek. En la segunda foto, vajilla como la de Eroski pero que no es la de Eroski.

4 comentarios:

Deiviz dijo...

Lo que nunca se le ocurrió a Lenin: regalar vajillas para cohesionar al proletariado. He ahí un jugoso "What if...?" que podría reportarnos grandes e hilarantes momentos.

Aunque quizá se volviera asustado, al ver de la mano al palabras como "socialismo" y "capitalismo".

En cualquier caso, Cooperativa Mondragón: SUBVERSIVOS! Primero la ETA y ahora los rojos...

Abel, chúpame el culo. dijo...

Yo también voy a Eroski. Es más caro que algunos otros, pero me pilla cerca. Además ETA lo peta.

Anónimo dijo...

No stoy de acuerdo con lo q dices. En huerta del rey tenemos el balonmano, el chinito y el comedor social.

Camila dijo...

Con lo que se demuestra que somos tan, tan ... que podemos ir como los borregos allí donde regalan algo.

Eroski era una Cooperativa (lo sigue siendo, no sé si funciona ahora como antes) en la que cada empleado era accionista.

Y ya sabemos que todo lo que se escriba con k y suene a vasco ... tiene algo que ver con ETA .. o eso dicen los listillos que no saben lo que dicen. Algo así como Egunkaria ... ¿Os suena?