Sé que he estado muy ausente por mucho tiempo y he hecho lo análogo a rezar de mi no-religión para que nadie pensara que ha habido desavenencias entre Vázquez y yo a la hora de decidir el rumbo de este proyecto que tenemos en común. En absoluto. Todo es armonía. Incluso movimiento armónico simple.
Lo que ha ocurrido, básicamente, es que me he visto afectado por el drama más trágico (si es que esto no es redundante) que nos asola en esta postmodernidad. No es la Gripe A, sino la ausencia de Internet inalámbrico sin contraseña. He seguido pensando en qué publicar en el blog (o mejor, he querido pensar en qué publicar), pero me he visto incapacitado. Tal vez Internet sea la fuente de inspiración, tal vez sin conexión las musas se desconecten. Yo no lo sé. He sufrido tanto que al final me ha dado por olvidar. Olvidar no sólo que participaba en un blog, sino también mi identidad alternativa en Internet, esa que he forjado a lo largo de duros años de foros, frikismo, porno, socialdemocracia y goear. Y a un paso he estado de perder mi identidad primaria (¿o tal vez ya era la secundaria?). En resumen, he tenido que hacer un gran esfuerzo para llegar a comprender que dentro de este horror sí hay literatura, así que he venido al bar más gafapasta de mi ciudad (que organizó un concurso de microrrelatos al que no me atreví a presentarme), he pedido un zumo de fresa y me he conectado al wifi.
Y lo más simbólico de todo, no sé si bueno o malo, no sé si homenaje o sacrilegio, no sé si esnobismo o ignorancia: estoy utilizando El Aleph como alfombrilla de ratón.
jueves, 9 de julio de 2009
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2 comentarios:
Sí, El Aleph está muy bien, a mí me gustó mucho. Claro, de aquello que entendí, porque tuve la sensación de haberme perdido más de una metáfora (el río como el tiempo, la muerte como un sueño y así hasta el infinito).
Uf, Borges...
Me cuesta leerlo. Será por mi CI.
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