Será un acontecimiento histórico para el planeta y supondrá una esperanza para muchos seres humanos
Leire Pajín
Leire Pajín hizo una clara e inequívoca alusión a este blog y sus dos autores, aunque un ojo no entrenado probablemente pensará que se refería a la coincidencia de las presidencias de Obama en los EEUU y Zapatero en la UE. Nada más alejado de la realidad.
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Mira, me dijo ella señalando la televisión, el espacio aéreo de Reino Unido está cerrado por las cenizas de un volcán Islandés. Bah, contesté con desprecio, no creo. Era nuestra primera mañana en Edimburgo y mi única preocupación por el momento era decidir si me iba a hacer dos tostadas de nutella, una de nutella y otra de mermelada, o dos de mermelada. En caso de elegir una de las dos últimas opciones entraba en juego la variable sabor de la mermelada y sus múltiples combinaciones: ¿fresa, frambuesa, melocotón, juntos, revueltos, colchón de mantequilla sí o no? Cuando mi cerebro terminó de procesar esa nada desdeñable cantidad de datos (el resultado no lo recuerdo), me interesé por los breves titulares que se desplazaban por la parte baja de la pantalla: ella tenía razón, maldita sea. Bueno, no pasa nada, estamos aquí hasta el domingo, la nube en dos días se pasa. Esta última frase aprovechó algún vacío teórico de la física y se reprodujo indefinidamente hasta llegar a los oídos de algún alto cargo de Ryanair, Aer Lingus o Transavia. EN DOS DÍAS SE PASA, PASA, ASA, SA, A. La carcajada de ese trabajador también se reproduce y resuena en mi cabeza desde entonces, quizás aprovechando el vacío.
Fue gracioso que durante los primeros días, aún con esa inocencia innata, esa ilusión por conocer tres ciudades europeas en diez días, degustábamos poco a poco las obras que nos acompañaban, El Túnel y Pedro Páramo, con timidez, limitándolas sólo a largos viajes, temerosos de quedarnos sin lectura antes de que nuestro periplo europeo terminara. Cuando tuvimos que bajar a la recepción para anunciar que, por tercera vez, íbamos a quedarnos otro día más, y uno más, y otro más, y a ese día le sucederá otro día más, ya se nos había quitado la tontería y devorábamos las guías de viaje, un libro de listas (e.g. “Top 10 singles de cantantes solistas en UK en 2004”, “Los estados con mayor cantidad de gasolineras por habitante”) y hasta uno de una tal Åsa Larsson. Malo, muy malo, malísimo, dijo ella (ella, no Åsa Larsson), pero quiero saber qué pasa.
Y leí en internet: Oye, aquí pone que a partir mañana Aer Lingus reanuda sus viajes entre Edimburgo y otras ciudades de Reino Unido e Irlanda. La web nos deja comprar billete para pasado mañana, Edimburgo-Cork, ya en casa miraremos qué podemos recuperar del resto del viaje. Tras dudas, reflexiones, opciones, llamadas a progenitores (papis, papis), lo decidimos: compraríamos esos billetes a precio de caviar iraní. Lo importante era volver. Al día siguiente, los vuelos que supuestamente iban a despegar no despegaron. Bueno, aún tenemos un día de colchón. El día V de vuelo o de vuelta, tras una mañana de angustia, nada parecía cambiar. Cinco minutos antes de salir a por el autobús del aeropuerto y despedirnos de los trabajadores del hostal (que estaban convencidos de volver a vernos horas después, o más bien deseosos), el vuelo seguía correctamente programado. Parece que sí, que nos vamos. Coge la maleta, guárdame la mochila, dame una galleta.
Por fin, se acaba. Vamos, sube al autobús. Me muero de ganas de llegar al aeropuerto y esperar tranquilamente, sin sobresaltos. SIN SOBRESALTOS, SALTOS, ALTOS, TOS, OS, S... resonó en la cabeza de la empleada de Aer Lingus, que nos esperaba en el mostrador.
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Ser perroflauta y mochilero en el siglo XXI es bastante más cómodo y accesible que antes: el componente ideológico y la filosofía se mantienen intactos, las infraestructuras mejoran sustancialmente. El hostal en el que nos hospedamos presumía de ser el más “funky” de Edimburgo, y estaba decorado con murales psicodélicos, colores intensos, figuras distorsionadas y portadas de The Clash, Iggy & The Stooges y Sex Pistols. Todo muy punk. Claro que también estaban Bob Dylan y Johnny Cash. Conviviendo con todo esto, y en perfecta armonía, los ordenadores con acceso libre a internet, el wifi gratis en todo el edificio, los portátiles disponibles para navegar mientras te sentabas en los sofás del bar del propio hostal, la wii, la sala del proyector con chorrocientas películas, el billar. Todo muy punk, vaya.Do it yourself!
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¿Qué coño? Hemos llevado estas maletas en todos nuestros vuelos y siempre han ido de mano. No, pero es que este vuelo Edimburgo-Cork es “regional”, las medidas permitidas son menores que las habituales, nos dijo la señorita de Aer Lingus con cara de zorra amargada. Son 15 libras, gracias por elegirnos, buen viaje, saque la tarjeta de crédito. Los momentos de espera fueron de una melancolía especial, teñida de una decadencia crepuscular, no sólo porque el aeropuerto estuviera desierto, vacío de sus habitantes postmodernos en tierra de nadie, sino porque, en efecto, estaba anocheciendo. Y el avión apareció, y también era pequeño como las maletas de mano permitidas y tenía hélices, algo inquietante en estos tiempos que corren. Y nosotros comimos las últimas galletas en tierras escocesas.***
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Oye, que leo en internet que Ryanair ha cancelado definitivamente todos sus vuelos hasta el martes. No podemos ir a Berlín. Cambio de pestaña, mensaje de Vázquez en tuentis: La cosa se está poniendo fea. Estamos en el aeropuerto pero no está claro que vayamos a salir. Contesto: Nuestro vuelo del domingo se ha cancelado, estamos atascados en Edimburgo. Cosa chunga, de ese vuelo a Berlín nos devuelven la pasta, pero el de ahí a Ámsterdam, y el de Ámsterdam de vuelta a Cork no están cancelados, no tenemos derecho a nada, somos la última pieza de este macabro efecto dominó. Y los hostales, más de lo mismo. Vaya chasco, esta gira europea había sido planificada con preventiva antelación, milimétrica precisión y exquisito mimo por los pequeños detalles, amén de una completa documentación de situación de aeropuertos, medios de transporte, lugares a visitar y acertados timings, puestos a usar palabrería anglosajona del mundo de la publicidad, que siempre aporta coolitud. Pero todo este plan había un vacío: el designado al plan en Berlín. ¿El motivo? Allí, Vázquez y yo nos íbamos a reencontrar tras tantos meses, íbamos a fundirnos en un abrazo, íbamos a llorar de emoción, iba a ser nuestro guía de la otrora dividida capital teutona, iba a iluminarnos y, llegado el momento, iba a darme una colleja como sólo él sabe y me diría: actualiza con más frecuencia, cabrón, deja de decepcionarme (más). Así, con el paréntesis. Pero yo le quiero.Fue gracioso que durante los primeros días, aún con esa inocencia innata, esa ilusión por conocer tres ciudades europeas en diez días, degustábamos poco a poco las obras que nos acompañaban, El Túnel y Pedro Páramo, con timidez, limitándolas sólo a largos viajes, temerosos de quedarnos sin lectura antes de que nuestro periplo europeo terminara. Cuando tuvimos que bajar a la recepción para anunciar que, por tercera vez, íbamos a quedarnos otro día más, y uno más, y otro más, y a ese día le sucederá otro día más, ya se nos había quitado la tontería y devorábamos las guías de viaje, un libro de listas (e.g. “Top 10 singles de cantantes solistas en UK en 2004”, “Los estados con mayor cantidad de gasolineras por habitante”) y hasta uno de una tal Åsa Larsson. Malo, muy malo, malísimo, dijo ella (ella, no Åsa Larsson), pero quiero saber qué pasa.
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Lo remarcable o triste o doloroso no es que estuviéramos stuck inside of Edinburgh with the volcanic ashes again durante una semana, ni el vasto tiempo que tuvimos para visitar todos sus maravillosos recovecos, sus calles medievales, todas deslumbrantes y oscuras a la vez, sus edificios, cada cual más majestuoso que el anterior. En cierta manera se parece a San Sebastián, me dice ella, es pequeña, hay dos montañas alrededor, los edificios son similares, el color de la ciudad es el mismo. Es cierto: sin duda, lo más parecido es el color, jamás se me habría ocurrido una comparación más acertada. En cualquier caso, no importa que visitáramos el castillo, la National Gallery, el Museo Nacional de Escocia, los dos museos de arte moderno, el Leith Walk, el jardín botánico, Carlton Hill, Arthur's Seat, la Royal Mile, Grassmarket, el parlamento de Escocia, Rosslynn Chapel, Princess Street (diez veces al día), los jardines de Princess Street, me jode que la estatua de Sherlock Holmes la hubieran quitado por obras, cabrones, Bobby, el perro de Grey Friars, Elephant House (si J.K. Rowling se insipiró y dio el pelotazo yo también puedo). Sin duda, lo más remarcable y triste y doloroso y frustrante de todo el viaje es que fue el viaje en el que casi nos encontramos Vázquez y yo, y es bastante más de lo que jamás soñaríamos en mil vidas estando de Erasmus en puntos tan alejados como Cork y Colonia.***
Mientras matábamos el tiempo en la sala de ordenadores, a la espera de novedades, entraba y salía todo el elenco de personajes sin los que, desde luego, la estancia en Edibmurgo no habría sido igual de exótica y reveladora. A mi lado estaba una simpática chica brasileña, con la que al final visitamos juntos varios sitios, que había dejado su anterior vida de fisioterapeuta y de casada para aprender inglés y viajar por todo el mundo. Planeaba su tercera visita a la India y el volcán también le había fastidiado un tour, como a nosotros, esta vez por los países escandinavos. Ella, a su vez, conoció a otras brasileñas, madre e hija, y esta última estaba estudiando en Salamanca y tenía que volver a un examen. En el sofá estaba un argentino que era el prototipo de turista que sólo se interesa por la fiesta, sólo quiere visitar la fiesta de las ciudades, sólo sale de fiesta y el resto del tiempo está de resaca. Su otro amigo argentino, más imbécil aún, se pasaba el día gritando a alguien por la webcam. Mientras apaleaba sin piedad el F5, ella me llamó. Oye, ven, que esta señora me pide ayuda y no tengo ni idea. Me sentí bien cuando enseñé a la mujer a registrarse en una oferta de trabajo, a adjuntar el currículum en el correo electrónico y cuando le sugerí que escribiera unas palabras de presentación. Me sentí mejor cuando, otro día, por el pasillo, me paró y me dijo me fuiste muy útil, sí, sí, muchas gracias. Empecé a sospechar cuando diez minutos después me volvió a cazar en la cocina y me preguntó estás buscando trabajo, estudias, pues deberías buscar trabajo, sí, sí. Adopté actitud evasiva cuando, a partir de entonces, me guiñaba el ojo cada vez que nos cruzábamos. Me ayudaste, sí, sí.***
Y leí en internet: Oye, aquí pone que a partir mañana Aer Lingus reanuda sus viajes entre Edimburgo y otras ciudades de Reino Unido e Irlanda. La web nos deja comprar billete para pasado mañana, Edimburgo-Cork, ya en casa miraremos qué podemos recuperar del resto del viaje. Tras dudas, reflexiones, opciones, llamadas a progenitores (papis, papis), lo decidimos: compraríamos esos billetes a precio de caviar iraní. Lo importante era volver. Al día siguiente, los vuelos que supuestamente iban a despegar no despegaron. Bueno, aún tenemos un día de colchón. El día V de vuelo o de vuelta, tras una mañana de angustia, nada parecía cambiar. Cinco minutos antes de salir a por el autobús del aeropuerto y despedirnos de los trabajadores del hostal (que estaban convencidos de volver a vernos horas después, o más bien deseosos), el vuelo seguía correctamente programado. Parece que sí, que nos vamos. Coge la maleta, guárdame la mochila, dame una galleta.
Por fin, se acaba. Vamos, sube al autobús. Me muero de ganas de llegar al aeropuerto y esperar tranquilamente, sin sobresaltos. SIN SOBRESALTOS, SALTOS, ALTOS, TOS, OS, S... resonó en la cabeza de la empleada de Aer Lingus, que nos esperaba en el mostrador.
Los pocos que esperábamos en el aeropuerto parecíamos héroes crepusculares.
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Leire Pajín sabía de la importancia de este encuentro entre Vázquez y Deiviz en Berlín, desde hace tiempo tenía datos actualizados de movimientos sísmicos, indicios de que el Eyjafjallajökull entraría en erupción, pero ocultó la realidad intencionadamente y nos engañó a todos: a Cerveza Amarga, al principal partido de la oposición y a toda la ciudadanía española. Exigimos la dimisión no sólo de Pajín, sino de todo el gobierno socialista en bloque, por incompetencia económica, geológica y aeronaútica.
Soraya Sáenz de Santamaría, por ejemplo.
6 comentarios:
Menuda odisea! Por fin conocemos los detalles. Qué pena que cancelaran los vuelos con tan poca antelación, si hubierais sabido que en X días no ibais a poder volar podríais haber hecho un tour por las highlands, que merecen la pena y no son muy caros...
Vuestro hostal mola. El nuestro, Edinburgh Backpackers, estaba bien, tenía common room, ordenadores y todo eso, pero la decoración era de lo más cutrecillo.
Home sweet home!
He de decir que sí, que tenía pensado pegarle la correspondiente colleja. Es más, en mi aznariana libreta azul, tenía escrito un inequívoco: "reñir a David". Cosas del timing, señora.
Mmm...
Curioso...
Pues ya era hora... Pero casi que hubiera preferido leer la odisea del viaje en sí que la del "no-viaje"...
Aunque al menos tienes algo que contar a los nietos...
Hahah,
Me ha encantado tu historia de amor y empleo. Unidos por un currículum... me pregunto qué surrealistas ilusiones pasaban por la mente de la señora esta.
Yo soy "ella".
Si alguna vez teneis la oportunidad de leer a la tocaya (de apellido) de Stieg Larsson, a Äsa, no lo hagais. Es basura.
Deiviz, ¡¿ves como teníamos que haber ido a las Highlands?!
¡Odiseo, Ulises, Fernández de la Cuesta!
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